miércoles, 28 de enero de 2009

INTRODUCCIÓN

Nuestro objetivo en este trabajo es comentar un fragmento de "Dels cotxes", perteneciente a Les essais de Michel Montaigne, para este fin utilizaremos la traducción al catalán.
Montaigne es sin duda el precursor del género ensayístico argumentativo. Sus ensayos fueron publicados entre los años 1570 y 1588 en tres libros. Dichos libros fueron constantemente corregidos, comentados y ampliados por el autor que concebía su obra en evolución continua. El ensayo que comentaremos a continuación hace parte del tercer libro.

Los ensayos son, en realidad, reflexiones del autor sobre el mundo y sobre el hombre. Ensayar era, para Montaigne, experimentar un pensamiento y juzgarlo desde puntos de vista diferentes.
Tenemos claro que la situación histórica que le tocó vivir a Montaigne es bastante diferente de la nuestra y también somos conscientes de la gran dificultad que supone comentar a un autor tan complejo. No obstante, nos arriesgaremos a interpretarlo intentando siempre justificar nuestras conjeturas.

TEMA
Nos atreveremos a decir que el tema central de este ensayo es la decadencia de Europa.

SUBTEMAS
- Crítica a la intolerancia.
- La avaricia
- El mundo clásico como modelo de civilización, inclusive en las guerras y en las conquistas.
- “Civilización” vs “barbarie”: ¿Quién son los verdaderos bárbaros?
- La otredad. Montaigne se coloca en “la piel” de los nativos.
- La justicia humana y la justicia divina.

ESTRUCTURA

El ensayo "Dels cotxes" empieza hablando de los coches como alegoría del mundo civilizado. No obstante, el fragmento estudiado por nosotros empieza en la página 134: “El nostre món acaba de trabar-ne un altre...” y termina en la página 139 al final del primer párrafo.

1º Parte: En esta primera parte podemos observar que Montaigne relaciona el nuevo mundo con Europa utilizando recursos retóricos, como la comparación y la personificación.
En el primer párrafo ya percibimos la intención del autor en tratar tanto a Europa como a América de manera personificada. Nos damos cuenta de esto en expresiones como: “trobar-ne”, “germans” “infant”, “se enseñen encara el seu abecé”, “la seva mare nodrissa”, etc.
De esta forma los dos continentes son descriptos como pertenecientes a etapas distintas del proceso evolutivo humano - Europa es vieja, mientras América acaba de nacer. Y como la vida es evolución, concluye Montaigne que América estará plena de vigor mientras Europa estará decadente, caduca. Por otro lado, el autor plasma con admiración la magnificencia de Cuzco y Méjico plenas de riquezas naturales y poseedoras de hombres valerosos.
También nos parece interesante comentar que Montaigne, como fiel seguidor de la filosofía Socrática, es un hombre que se cuestiona constantemente sobre lo que observa. De tal modo, que no descarta la posibilidad de la existencia de otros mundos por descubrir, a un mismo tiempo que deja claro que las cosas pueden existir sin que tengamos conocimiento de ello.
En el segundo párrafo, nos encontramos con un punto de vista personal del autor, marcado por la primera persona: “Molt em temo”. No obstante, América sigue siendo tratada como un ente, es decir, capaz de contagiarse y sufrir serias consecuencias con las imposiciones europeas. Debemos tener claro que en la época de Montaigne la palabra contagio estaba asociada con las grandes epidemias que asolaban Europa, así las cosas, el autor consigue dar una idea bastante significativa de lo que supuso para los indios americanos el encuentro con los europeos.
La ironía, marca indiscutible de los Ensayos, aquí, queda patente con el juego de contrastes que hace el autor. Pues, dice que América no fue sometida por las virtudes europeas como: el valor, la justicia y bondad. Sin embargo, nos hace notar que los americanos[1] sí sufrieron las consecuencias de la conquista, no por ser inferiores en cuanto a la cultura, el valor o la riqueza, sino justamente, por todo lo contrario. O sea, la bondad, la devoción y el carácter franco de sus gentes fue el que les arrastró a la sumisión.
En el párrafo tercero, Montaigne enumera una serie de virtudes de los nativos americanos: “l’ardilesa i al coratge; “la fermesa, la constància, la resolució contra els dolors i la fam i la mort”. Pero sin duda, cuando compara el grado de cada una de estas virtudes con “als més famosos exemples antics” es que enaltece verdaderamente a los nativos americanos. Pues, Montaigne como hombre del siglo XVI tenía como modelos de perfección y valor a los grandes hombres de Grecia y Roma. Según Peter Burker, Montaigne tenía profunda admiración por: Homero, Sócrates y Alejandro Magno entre otros ilustres. Notamos un aire audaz en esta comparación, pues a los presuntos salvajes les compara con grandes nombres de la Historia.
Por otro lado el conquistador europeo no deja de ser vil y mezquino, dispuesto engañar y matar para apoderarse del patrimonio de los americanos. Montaigne utiliza la comparación otra vez, para dejar claro el asombro que la armada española (barbuda y cargada de armas) pudo producir en hombres desnudos, imberbes, y que apenas poseían rudimentarias armas. La curiosidad y la buena fe hicieron de los nativos un blanco perfecto para el engaño. El autor insinúa que no hay mérito en vencer cuando la lucha es tan desigual. Además, de alabar el valor de los nativos que preferían morir para defender a su dios y su libertad, nos dice que se la lucha fuese en igualdad de condiciones el resultado podrían muy bien haber sido otro.
En el párrafo cuarto, Montaigne se lamenta que América no fuera descubierta por Alejandro Magno, por los griegos o romanos de la antigüedad. Pues, el autor estaba fascinado por la edad Antigua. Hecho este bastante común en su época pues, el Renacimiento buscó sus claves en la Antigüedad clásica. Queda patente que la intolerancia y la ignorancia de los europeos del siglo XVI, es lo que marca la diferencia entre la época clásica y el siglo XVI. Pues, las conquistas existieron siempre así como el interés por poder y fortuna. No obstante, los conquistadores del XVI estaban faltos de tolerancia y de sed conocimientos tan característicos del periodo clásico.
Para Montaigne, América debería ser un lugar de intercambio cultural donde los nativos y los conquistadores intercambiarían conocimientos, y esto resultaría un enriquecimiento mutuo. No obstante, el conquistador fue a saquear, a traficar a cualquier precio, para esto casi exterminó a los nativos. Es decir, el único que interesaba era el dinero pues, la avaricia era quién guiaba a los súbditos de los reyes de Castilla. Por otro lado, Montaigne demuestra gran agudeza al mencionar al rey de Castilla (los reyes católico de España) como “al qual el papa, representant de Déu a la terra, havia donat el principat de totes les indies”, pues deja claro que detrás del motivo religioso de cristianizar a los americanos se escondía la codicia. Entendemos con esto que el papa era el representante de Dios en la tierra, y el rey el representante del papa en las Indias. Los reyes de Castilla como abanderados de Dios y supuestamente en su nombre tienen el derecho de conquistar América. Consideramos que, aunque Montaigne fuera católico, sí era consciente de los intereses del papa. Sin embargo, él no cuestiona en ningún momento a la Iglesia.
Nos atreveremos a decir que Montaigne utiliza un lenguaje en clave. Es decir, a la vez que denuncia el abuso de los conquistadores crítica en clave la situación de Francia y Europa. Opinamos esto por que Francia en esta época estaba dividida por las guerras de religión, sin embargo, estas guerras tenían un secreto móvil de poder y de dinero. La población más humilde era en realidad la que más sufría con las masacres, ajena este móvil verdadero de las guerras. El descubrimiento y conquista de América sirven para traer a la luz el verdadero hilo conductor de las guerras y las conquistas: el dinero.
En el sexto párrafo, Montaigne nos cuenta la historia del rey inca que fue secuestrado y por lo cual los españoles pidieron una verdadera fortuna como rescate. No contentos con el dinero, inventaron falsas sospechas de rebelión, y lo colgaron para después quemarle vivo. Montaigne a todo esto acrecienta la dignidad del rey que soportó todo el martirio sin inmutarse. Este episodio de Perú nos hace pensar en la caza de brujas que había en Europa y cuyo final era exactamente igual: la hoguera.
En el séptimo párrafo el autor nos habla del rey de Méjico, el cual sufrió también enormes torturas, después de haber sido despojado de sus riquezas y traicionado vilmente. El autor, nos demuestra la valentía del rey que aguanta su dolor y lucha hasta el final para liberarse de la cautividad. Las atrocidades que el viejo mundo cometía con los supuestos salvajes eran enormes y Montaigne describe en cuantidad y con mucho detalles. Otro ejemplo de esto tenemos en: “Una altra vegada feren cremar tots plegats, al mateix fogueró, quatre-cents seixanta homes ben vius (...)”. Montaigne es incisivo cuando complementa: “Nosaltres posseïm d’ells mateixos aquestes cròniques, car no sols les confessen, sinó que se’en vanen i les publiquen.” Pues, tamaña brutalidad seguramente es muy vergonzosa, además de ser un acto criminal.
No obstante, es a través de la pregunta retórica, usada como forma de alejamiento del autor, que toca uno de los temas más controvertidos y peligrosos de la época, o sea, la religión. “Seria tal vegada en testimoniatge de llur justícia o per zel de llur religió?”
Montaigne crítica duramente la actitud de los españoles en América, que guiados por el estandarte del dios católico arrasaron con todo. Comenta el enormemente contradictorio que es esclavizar y matar para cristianizar. Deja patente la intención de la conquista de América cuando dice que debían conquistar a los hombres y no a las tierras. No crítica la religión, crítica que todas las monstruosidades hayan sido hechas en nombre de Dios. Y esto viene a reforzar nuestro argumento que en realidad cuando habla de América, también se refiere a la situación caótica en Francia, producida por las maniobras pseudo religiosas[2] entre el duque de Guisa y los Borbones.
Como cierre el autor comenta que algunos de los mandos españoles en América fueron duramente castigados por Carlos V. Al final, Montaigne concluye diciendo que Dios a través de su justicia divina ha castigado a los invasores, ya sea en naufragios o por perecer en luchas entre ellos mismos. Con esto el autor nos dice que Dios es quién debe juzgar y condenar y no los hombres deben juzgar en nombre de Dios. Pues, él como juez bien conocía las deficiencias y la corrupción de la justicia humana

CONSIDERACIONES FINALES

Después de este intento de comentar a Montaigne, llegamos a una conclusión muy al estilo de Montaigne. Es decir, no tenemos certeza de nuestro grado de acierto, pues nuestra intuición puede que esté equivocada. No obstante, creemos que existe una conexión entre los lujosos carruajes, símbolo del mundo civilizado, y las atrocidades cometidas en América. Esta conexión es la decadencia del viejo mundo. Pues, el autor nos deja claro que los tiempos de gloria de la humanidad fueron en la época clásica de Grecia y Roma. El elemento europeo en el texto, o sea los conquistadores, son el polo negativo, mientras los nativos del nuevo mundo son ensalzados por su valor y coraje, o sea adquieren una valorización positiva.
Creemos que es una obra de fuerte carácter antibelicista. Lo que es comprensible dada la época del autor. Además, el autor con su tono irónico critica la avaricia desmedida y la falta de perspicacia de los conquistadores que no buscan descubrir los enigmas del nuevo mundo. Consideramos que Montaigne hace una crítica durísima a la intolerancia en dos sentidos: a los conquistadores respecto a los nativos y a los propios franceses (y por extensión europeos) por las guerras de religión.
Sin duda es verdaderamente bella la humanidad que expresa Montaigne en este ensayo. Pues, se coloca en el lugar del oprimido y nos da su perspectiva. Describe a los americanos no como seres exóticos dignos de curiosidad, los describe como personas de gran valor. Es ahí, en la joven América donde ve la virtud, pues aún no está contagiada con el carácter avaricioso y destructor de la vieja Europa. A los europeos les quedan sus símbolos externos de grandeza: sus carruajes, pues los grandes hombres de Europa hace siglo ya están muertos.
Claro está la actualidad de este ensayo en nuestros tiempos de capitalismo salvaje y consumismo enfermizo. La intolerancia entre judíos, musulmanes y cristianos no es otra cosa que la lucha por el poder. Por que el dinero sigue siendo el eje que mueve el mundo.
Para concluir, nos gustaría comentar que Montaigne ha influido muchísimo en la literatura universal. Esta influencia podemos percibir en autores tan dispares como el brasileño Mario de Andrade, el egipcio Nuhayma o el español Mariano José de Larra, entre otros tantos.


[1] Entiéndase aquí con el sentido original de la palabra, como nativos de las Américas.
[2] Seguimos aquí la opinión de Peter Bukner en cuanto que la religión era el de menos y lo que realmente importaba era el poder.

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