jueves, 16 de octubre de 2008

Literatura del Renacimiento.

Los Sueños de Quevedo



Francisco de Quevedo es sin duda uno de los españoles más universales. Su controvertido carácter y la brillantez literaria de sus obras aún hoy, cuatro siglos después, siguen atrayendo. Su vida transcurrió íntimamente ligada al ambiente cortesano, ya desde la infancia: el padre era secretario de doña Ana de Austria, esposa de Felipe II, y la madre dama de honor. Testigo de diverso avatares que sufría España en aquel momento, Quevedo puso su pluma a servicio de la política y de la literatura.

Hay que destacar que en esta época, mientras el vasto Imperio heredado por Felipe III (1598-1621) se derruía con los continuos enfrentamientos y derrotas en el exterior, en la corte se acusaba un empobrecimiento imparable debido a la corrupción y a los gastos desmesurados. A Quevedo todo eso no le fue ajeno pues, además de haber se creado en la corte, estuvo a servicio del duque de Osuna, y cuando el duque cae tras la Conjuración de Venecia, Quevedo es confinado en sus posesiones de la Torre de Juan Abad hasta la muerte de Felipe III. A partir de 1621, ocurren varios eventos decisivos en la historia de España: la llegada de Felipe IV; la guerra de los Treinta Años; y el inicio del poder del valido conde-duque de Olivares. Todo esto tiene consecuencias en la vida de nuestro autor. Y de ahí que no es de extrañar que la realidad política y social despertase en Quevedo un fuerte sentimiento de desengaño y pesimismo, como dejan constancia sus obras.

Hombre de vasta cultura literaria y religiosa, y poseedor de un gran ingenio, Quevedo dejó una amplia gama de obras que abarcan desde los escritos morales, políticos, religiosos, hasta los satíricos, pasando por el teatro, poesía e incluso la crítica literaria. Sus obras más destacadas son Política de Dios, gobierno de Cristo, La hora de todos, Los sueños, y su única novela La vida del Buscón Don Pablos.
Nuestra intención en este trabajo estará centrada en Los sueños. Esta obra aparece en la prensa en el año 1627, aunque en realidad se trate de un conjunto de cinco obras escritas en épocas distintas en el período que va de 1605 a 1621. Como podemos observar la obra integral fue escrita a lo largo de dieciséis años, lo que implica que el autor tuvo tiempo suficiente para replantear el significado que debería tener cada una de las partes. Por otro lado, el contexto sociopolítico de España sufrió varios cambios, como hemos comentado, que tuvieron repercusión directa en la vida y en la obra del autor. Y consideramos que estos hechos contextuales intervinieron en las condiciones de producción de la todas y cada una de las partes. Es más, pensamos que Los sueños, como objeto único, es una obra compleja, por que Quevedo analiza desde perspectivas distintas un mismo tema: los vicios y los engaños de la sociedad española. No obstante, el autor cambia el marco narrativo, la técnica, los elementos intertextuales que caracterizan los marcos, e inclusive la perspectiva del poeta dentro de la obra.

Los marcos narrativos de Los Sueños están situados dentro de lo que Aristóteles llamó el imposible verosímil. Es decir, los sueños y las visiones son un espacio donde todo tiene cabida, de ahí que sea la excusa perfecta para hacer una sátira que permita el desfile de los personajes alegóricos llena de juegos efectistas. Sátira que transpuesta al mundo inmediato sería inverosímil:


...los lujuriosos no querían que los hallasen sus ojos por no llevar al tribunal testigos contra si, los maledicientes las lenguas, los ladrones y matadores gastaban los pies en huir de sus mismas manos. ("Juicio Final", pág. 96)


Es más, cabe decir que los marcos narrativos, aunque distintos, siempre sitúan el poeta en espacios ficticios que hacen referencia al imaginario del hombre. Así, tenemos el marco bíblico del Juicio Final que es la hora temida por todos los mortales. También en el "Alguacil Endemoniado" tenemos una situación repudiada, un exorcismo, sobretodo si pensamos en la Santa Inquisición. Lo mismo ocurre con la visita al infierno en el "Sueño del Infierno", y con el paseo con el Desengaño por las calles de la ira y de la hipocresía en "El mundo por dentro", hasta la visita e invitación de la muerte para conocer el mundo de ultratumba en el "Sueño de la Muerte".
Pero, quizás lo más llamativo sea que estos marcos, ya utilizados en la tradición literaria, pensemos en Dante y en Gil Vicente entre otros, sirven para la finalidad satírica y didáctica que persigue el autor. Es decir, Quevedo parte de marcos literarios típicos de la tradición medieval de los misterios, auto sacramentales y danzas de la muerte, para hace una sátira de los vicios y engaños humanos con un estilo conceptista.

Cuanto a la finalidad de la obra, analizada como un conjunto, es menester decir que parece haber un enriquecimiento de contenidos desde el "Juicio Final" (1605) hasta el "Sueño de la Muerte" (1621). Es decir, en el primer sueño la finalidad se centra en los elementos lúdicos a través de ingeniosos juegos con el lenguaje, mientras que en el "Alguacil endemoniado" (1607), a través de los largos parlamentos del diablo ya se observa una intención didáctica, que se mantendrá y se incrementará en lo largo de los sueños.
Las clases magistrales sobre los vicios y engaños del ser humano son impartidas por los demonios, el Desengaño, y la Muerte y los propios muertos. Por ejemplo, papel de los demonios pasa de verdugo, como ocurría en el "Juicio final", a sermoneador en "Sueño del Infierno". Algo parecido ocurría en el caso del Alguacil cuando el demonio enaguacilado echa un discurso moral sobre la valentía y la honra. Con esto podemos constatar que también hay una evolución en el papel que cumplen los diablos.

Con eso, también queremos resaltar que el autor tiende a buscar una perspectiva donde sean los seres alegóricos los que enseñen todos los vicios y engaños de la humanidad produciéndose un distanciamiento del autor de lo que se narra. Pero, por otra parte, la utilización de espacios y personajes alegóricos también hace la obra más ingeniosa. La prueba de esto es que si quitamos los marcos narrativos y los juegos conceptistas quedaríamos con un texto donde la sátira a los vicios y la intención didáctica serían lo único relevante, y en este caso la obra perdería todo su atractivo. A los detractores de la intención didáctica cabría destacar, sobretodo, el último párrafo del "Sueño de la Muerte":


Con todo eso, me pareció no despreciar del todo esta visión y darle algún crédito, pareciéndome que los muertos pocas veces se burlan, y que gente sin pretensión y desengañada, más atiende a enseñar que a entretener. (pág. 405)


También es conveniente decir que el tono de pesimismo de este fragmento poco tiene que ver con la jocosidad del "Juicio Final". De ahí que, pensemos que entre estas dos obras en fechas tan extremas exista un incremento de la intención didáctica en detrimento del humor.

Cuanto a los rasgos de estilo es menester observar que abundan las figuras retóricas: la hipérbole, la antítesis, la alienación, la dilogía, la personificación, el oxímoron, la metonimia, la etopeya, el paralelismo, la paronomasia, el retrúecano entre otras. Pero, no se trata de una utilización preciosista, más bien todo lo contrario. Es decir, las figuras retóricas están subordinadas al contenido. Aunque debemos matizar esta afirmación, pues en el "Juicio Final" el componente lúdico proporcionado por la manipulación del lenguaje parece predominar sobre el componente satírico. No obstante en la medida que nos vamos acercando al último sueño podemos observar la paulatina disminución de los juegos conceptistas y el cambio en el ritmo narrativo que pasa a ser más lento y solemne.

Por otro lado, Quevedo conjuga el mundo visible, la vida humana en su cotidianeidad, con el invisible en forma de alegoría, o sea, la muerte, el desengaño y el infierno. Como también aúna el sagrado, donde tiene relieve la intertextualidad con la Biblia, con el profano, los vicios humanos. Todo eso contribuye a crear una tensión intensificadora propia del barroco. De ahí que, no son únicamente los juegos conceptistas y las figuras retóricas las que caracterizan la obra, sino que es la conjunción de fuerzas antitéticas entre el marco y el asunto sumadas a los recursos estilísticos lo que dota la obra de carácter barroco.

La intensificación también está presente en los elementos alegóricos, propios del imaginario de la época. Pues, estos se caracterizan por el contraste entre lo que significan en el imaginario humano y lo significan en la obra. Recordemos el caso del Alguacil endemoniado, donde el demonio toma el protagonismo con sus largos parlamento, y por un lado se queja de su situación, pero por otro lado, también explica la organización del infierno. No obstante, la principal preocupación del demonio es la pérdida de prestigio en el infierno cuando se sepa allí que él estuvo dentro de un alguacil. El demonio deja constancia de esto:

No es hombre, sino alguacil. (...) Y ha de advertir que los diablos en los alguaciles estamos por fuerza y de mala gana; por lo cual, si queréis acertar, debéis llamarme a mí demonio enaguacilado, y no a éste alguacil endemoniado. ("El alguacil endemoniado", pág.144)

Queda patente la incomodidad del demonio, como también el mensaje que es peor estar enaguacilado que endemoniado. A partir, de ahí a través de la figura del alguacil, Quevedo va satirizando, por boca del diablo, varios tipos de actitudes que están en estas figuras, pero que también están en varios sectores sociales. La idea que se va asentando en los lectores a lo largo de las obras es que más temible es el hombre por su falta de virtud que cualquier otro ser sobrenatural.

Los elementos alegóricos sufren a lo largo de la obra un proceso de acercamiento a la realidad tangible. Me explico, en los primeros sueños, el real y lo alegórico presenta una frontera más marcada, en cambio a partir del "Mundo por dentro" (1612) la frontera entre el intangible y lo real se va desdibujando. Un ejemplo claro de esto, es que el Mundo por dentro los tipos observados por el poeta y el Desengaño ya no se encuentran en situaciones imposibles como ocurría a los tipos del "Juicio Final" o del "Sueño del Infierno" (1608), sino en una cotidianeidad ordinaria. Por ejemplo, la desoladora escena del entierro donde Quevedo nos proporciona un cuadro de la vida cotidiana, que es comentado por el poeta y por el Desengaño, es decir que sirve de exemplum. Cabe recordar que el papel del Desengaño es quitar el filtro de la hipocresía y hacer que el poeta no juzgue por las apariencias lo que ve en el mundo real. Sin embargo, es en el "Sueño de la Muerte" donde mejor se desdibuja la línea entre lo real y lo irreal. Pues, el sueño en un primer momento se desarrolla en la habitación del poeta para posteriormente trasladarse al mundo de ultratumba, terminando la acción donde empezó. O sea, el poeta se queda dormido en su habitación y empieza a soñar que se acercan médicos, boticarios y toda suerte de gentes que podrían pertenecer a la realidad cotidiana por que el escenario de la vigilia se confunde con el del sueño. Después de un desfile de personajes satirizados, se le acerca la Muerte al poeta y le invita a conocer el mundo de ultratumba. En el más allá, cuando está discutiendo con Diego Moreno, un personaje de los refranes populares, se despierta con un vulco y dice:

Con esto me hallé en mi aposento tan cansado y tan colérico como si la pendencia hubiera sido verdad y la peregrinación no hubiera sido sueño ("El Sueño de la Muerte", pág. 405)

En la medida que la frontera entre el tangible y el intangible se va haciendo más exigua, podemos observar también que el papel del poeta dentro del conjunto de la obra va cambiando. O sea, en el "Juicio Final" el poeta a penas es un observador pasivo que ve a mayor o menor distancia no que discurre en el día del juicio. En "El alguacil endemoniado" el poeta no puede ver nada, pero al escuchar lo que cuenta el demonio interviene en algunas ocasiones para preguntar algo, como también lo hace el licenciado Calabrés. En el "Sueño del Infierno", el poeta al encontrarse en la bifurcación del camino de la vida eterna, ve a varios tipos que en ocasiones interactúan entre ellos, es decir de la narración se pasa al discurso directo en algunas ocasiones, e inclusive el poeta interactúa .Además, hay ocasiones en que el poeta se acerca a lo que hoy conocemos como monólogo interior: ¿Boticarios pasan? - dije yo entre mí- Al infierno vamos. (pág. 182). No obstante, es en el "Sueño de la Muerte" cuando aparece por primera vez una sátira hecha directamente por el poeta. Por otra parte, "El mundo por dentro" tiene una estructura fundamentada en los diálogos con largos parlamentos entre el poeta y el Desengaño. Así cada escena de la realidad cotidiana recibe el comentario positivo del poeta, y a continuación recibe la refutación por parte del Desengaño. De ese modo, los cuadros de la vida cotidiana comentados están dentro del marco del paseo y funcionan como pequeños entremeses que sirven de exemplum. Es en está obra que Quevedo más explícitamente actúa con fines didácticos, pues se sirve deliberadamente de los exempla. En el caso del "Sueño de la Muerte" la interacción del poeta con la materia del sueño se fortalece hasta el punto de discutir con Diego Moreno un personaje del refranero popular.

Ahora centraremos nuestra atención en los elementos intertextuales más llamativos de la obra. Ya en el "Juicio Final", el poeta ve en sueños lo que ocurre en el día del Juicio final, un proceso donde los demonios son los acusadores y los ángeles de la guarda los defensores. Podemos fácilmente reconocer el tema bíblico, del Apocalipsis como marco para este sueño. Además, en el mismo sueño tenemos la escena de los cuerpos que salen de la tierra y se recomponen que también está en la Bíblia en el libro de Ezequiel. También están presentes escenas típicas de los autos sacramentales y de los misterios medievales, y la obra del beato Hipólito entre otras. Pero también hay que decir, que a los textos y tradiciones religiosas se sumara la sátira a los vicios que también estaba en la tradición y que los Fabliaux son un buen ejemplo. Es decir, Quevedo aúna dos tradiciones muy distintas: la de los misterios y danza de la muerte, y la de la sátira de los tipos.

Como otros ejemplos evidentes a la intertextualidad tenemos el sendero del camino que se bifurca, tema bíblico, en el "Sueño del Infierno", así como La Divina Comedia de Dante; la personificación de los pecados capitales en "El mundo por dentro", así como la alusión constante, aunque en muchos casos disimulada, a los preceptos bíblicos, como por ejemplo:

El hipócrita toma Dios como instrumento para pecar (...) y lo aborrece sobre todas las cosas. ("El mundo por dentro", pág. 283)

Observamos que Dios deja de ser el instrumento para salvarse y se transforma en el instrumento para pecar para los hipócritas. Y por otro lado, el hipócrita no cumple con el primer mandamiento: Amar a Dios sobre todas las cosas, sino que lo aborrece sobre todas las cosa.

La sátira en Los Sueños

En cuanto a la sátira propiamente dicha podemos decir que en el "Juicio Final" Quevedo juega con elementos alegóricos basándose que hay vicios humanos que caracterizan a cada tipo social de la época, cada vicio está relacionado con una acción y esta acción se ejecuta con una parte del cuerpo. De ahí que, las partes del cuerpo que estén relacionada con el vicio sean motivo de prueba en contra De la crítica a los vicios como la lujuria y la maledicencia, pasando por la crítica a los ladrones y asesinos, Quevedo se traslada a la crítica los vicios de los oficios de: escribanos, mercaderes, alguaciles, médicos, boticarios, pasteleros, barberos, sastres entre otros. La descripción es rápida siempre asociando las malas acciones con partes del cuerpo. Para esto, Quevedo, por un lado, utiliza la alineación rápida de episodios de forma desordenada. Por otro lado, explota en sus juegos conceptistas la dilogía, la sinécdoque, la hipérbole, la metáfora, estos elementos retóricos dan intensidad a las escenas contadas. Sin embargo, a veces el autor se detiene en algún elemento individualizado, como es el caso del maestro de esgrima, del juez que se lava las manos, del astrólogo, entre otros. Cabe decir, que casi todos los tipos satirizados en el Juicio Final ingresaran en la nómina de los otros sueños. También está presente la sátira a personajes enemigos del cristianismo, Mahoma, Lutero, y Judas a penas es esbozada en el "Juicio Final" para posteriormente ser desarrollada en el "Sueño del Infierno".

En "El alguacil endemoniado", además de la sátira a los alguaciles el otro protagonista es la hipocresía simbolizada en el discurso por una vara que termina en cruz de la cual disponen los alguaciles. La sátira, de este modo, se hace extensible a todas las personas que a través del uso de elementos similares[1] o actitudes beatas escondan su falta de respecto a la religión cristiana. La hipocresía es calificada por el demonio como algo peor que la no creencia.
Los peores que los demonios: buscan hundir sus hermanos por avaricia, son lo más bajo moralmente. Hasta el cambio de nombre de la profesión de merino a alguacil es aprovechado por Quevedo, que explicita el origen árabe del último término. Ahí se percibe un detalle de la realidad coetánea: la expulsión de los moriscos.

En la parte central del "Alguacil endemoniado" el demonio se queja de tener que aguantar tantos poetas en el infierno. Cabe decir que, en el "Juicio" ya aparecía una sátira a los poetas: ...en el infierno os sufrimos... (pág.147). El autor aprovecha el momento para realizar la tarea de crítico de la literatura de su tiempo. De ahí que, la mayoría de los poetas están caracterizados como inmundos que huyen de la limpieza. Muchos son ridiculizados por que tardan mil años en leer, o sea que son analfabetos o casi. También crítica a los escritores por buscar preciosismos sin ningún sentido. Pero, la crítica más dura está dirigida a los poetas de comedias, algunos por inverosimilitud y otros por falta de decoro, otros por la falta de coherencia. Después empieza a reunir tipos afines, de este modo: los enamorados siguen el camino de los ciegos; los enterradores van con los pasteleros (en el "Juicio", Quevedo ya había comentado las prácticas de los pasteleros); los médicos con el asesino; los astrólogos con los locos; etc. Los enamorados de sí mismo, o sea orgullosos, los enamorados del dinero son avariciosos, de las obras propias soberbios, los enamorados que en menor número se encuentran en el infierno son los que aman a las mujeres, pues como éstas son tan malas y egoístas consiguen que ellos se arrepientan a tiempo. Los amantes celosos, los don juanes, los acosadores de monjas, los adúlteros, los cornudos, los que se enamoran de viejas son la diana de sus sátiras.

El tema de la honra también esta presente, aunque se presenta con mayor detenimiento en "El mundo por dentro". Este tema que despertó mucha polémica en la época está tratado en los sueños con contundencia
Por otra parte, el diablo elogia a España por tener un rey tan cristiano, crítica los malos reyes y a los mercaderes de la plata. En el área socioeconómica y política arremete sus dardos a los financieros extranjeros, genoveses sobretodo, que quieren, según él, el monopolio del mismo fuego del infierno. Esto seguramente hace referencia a la situación político-económica de España que está ya en estado crítico debido al endeudamiento con los financieros extranjeros. Por otra parte, el sistema judiciario tampoco se libra de crítica, pues es la justicia de los hombres: jueces, procuradores, letrados, escribanos y alguaciles. Mientras tanto la justicia de Dios es personificada y puesta en contraposición con la humana:

La Justicia, desacomodada, anduvo por la tierra rogando a todos, y viendo que no hacían caso della y que usurpaban su nombre para honrar tiranías, determinó volverse huyendo al cielo. (pág. 163)
Los pobres son los únicos que no se condenan y así lo explica el demonio al poeta: Si lo que condena a los hombres es lo que tienen en el mundo, y ellos no tienen nada ¿cómo se condenan? Por acá los libros lo tienen en blanco. (pág. 167)

En "El Sueño del Infierno" el autor esclarece a los lectores y también a los censores que su crítica solamente va dirigida a los vicios y no a personas concretas. Aquí la introducción al infierno se presenta de forma alegórica, ya que se asemeja al infierno de la Divina comedia de Dante, aunque en poetas del "Sueño del infierno" realiza el recorrido en soledad. Este sueño empieza en lugar agradable del que parten dos caminos. El personaje del sueño va deduciendo dónde lleva el camino al observar a los caminantes que por él discurren. Los tipos del sueño anterior y del Alguacil vuelven a repetirse: médicos, letrados, sastres, mercaderes. A estos se suman los hipócritas rodeados de mujeres devotas. El camino del infierno sirve de pretexto para una serie de retratos satíricos. En este sueño el autor perfila mejor algunos tipos: el hidalgo engreído y vago que es humillado por los demonios; las conversaciones de los herejes. Se pude decir que algunas escenas del "Juicio final" son ampliadas, mientras que algunos de los tipos del "Alguacil endemoniado" aparecen con algunas variaciones: los mercaderes, los poetas y los enamorados.

"El Mundo por dentro" no aparece como un sueño. Mientras vaga por el mundo, representado como una gran ciudad, el poeta es llamado por un anciano viejo y maltrecho que se presenta a sí mismo como el Desengaño. El Desengaño le invita al poeta a conocer el mundo. Es interesante el cambio de perspectiva, pues aquí el poeta no es un mero espectador, sino un participante que mantiene el diálogo con un personaje, a un tiempo que va presenciando los tipos en escenas cotidianas. Ya no tenemos a diablos parlanchines, pero otra vez el descubridor de los vicios humanos es un personaje alegórico, y lo mismo pasará en el "Sueño de la Muerte".

En "El Mundo por dentro" el pesimismo es mayor que en los sueños anteriores. En su paseo por las calles de la ira, de la gula, de la hipocresía el poeta va observando escenas y personajes de la vida cotidiana que aparentemente son personas de bien. No obstante, Desengaño tratará de enseñar lo que hay por detrás de las apariencias. El número de tipos satirizados en este sueño es menor. Aquí nos encontramos con un sastre mentiroso y ladrón que se viste como un noble; un hidalgo y un caballero arruinados por mantener las apariencias; el alguacil que persigue el ladrón por que este le hace competencia; la falsa hermosa; etc. Claro está que estos tipos ya habían sido tratados, sin embargo, ahora tienen un elemento que los unifica: todos ellos son hipócritas, no son lo que parecen ni son lo que se llaman. También es interesante la contraposición de la apariencia-realidad en los tipos más desarrollados, como por ejemplo el noble arruinado. Pues, esto nos recuerda al desengaño que sufre Lázaro de Tormes.

Por otro lado, si alguien aún tenía dudas de la misoginia de Quevedo, ahora ya no lo puede tener. Pues, los dos retratos femeninos que pinta Quevedo en "El mundo por dentro" son bastante crueles. Nosotros nos detenemos en el retrato de la mujer hermosa, por quién el poeta en un primer momento suspira:

“- Quien no ama con todos sus cinco sentidos una mujer hermosa, no estima a la naturaleza su mayor cuidado, su mayor obra (...) ¡Qué labios encarnados, guardando perlas que la risa muestra con recato! ¡Qué cuello! ¡Qué manos! ¡Qué talle! ¡Todo son causa de perdición y juntamente disculpa del que se pierde por ella! (pág. 301)

Sin embargo, a este retrato hermoso se contrapone el desenmascaramiento provocado por el Desengaño. De ahí que la visión tan bella del poeta es destruida:

¿Viste la visión que una acostándose fea se hizo hermosa ella misma y haces extremos grandes? Pues, sábete que las mujeres lo primero que se visten en despertándose es una cara, una garganta, unas manos, y luego las sayas. Todo lo que ves en ella es tienda y no lo natural. (302)

El desenmascaramiento, creemos, tiene una finalidad didáctico-pedagógica. A través de la confrontación apariencia-realidad el poeta va aprendiendo que no puede fiarse de sus sentidos, pues el mundo está lleno de disimulaciones y nada es lo que parece.

"El Sueño de la Muerte "(1621) fue escrito cuando Quevedo estuvo detenido en la Torre de Juan Abad. En el prólogo deja patente la intención de cerrar los discursos:
He querido que la muerte acabe mis discursos como las demás cosas; querrá Dios que tenga buena suerte.(...) si te pareciere que ya es mucho sueño, perdona la modorra que padezco, y si no guárdame el sueño, que yo seré sietedurmiente de las postrimerías.(pág. 308)

El poeta al quedarse dormido sueña con la llegada a su dormitorio de médicos, boticarios, barberos, cirujanos y sacamuelas. El miedo del poeta queda patente en al oír a un cirujano (pág. 321):
Corta, arranca, abre, sierra, despedaza, pica, punza, ajigota, rebana, descarna y abrasa.
Sin embargo, el susto es mayor cuando el poeta ve entrar la Muerte. Es menester decir que, la Muerte tiene un aspecto muy significativo y barroco. Pues, cada una de las mitades de su cuerpo es opuesta a la otra, como también físicamente podía estar cerca o lejos. El escenario de partida es el propio dormitorio del poeta, y en algunos momentos tenemos la duda si es sueño o realidad, es como un hilo tenue que separa el sueño de del delirio, y mismo de la muerte real. Cuando la Muerte anuncia que viene a buscarle para acompañarle en una visita al inframundo. El poeta se sorprende que ahí la ropa no le hace falta, lo que transmite la idea que la muerte a todos iguala. Por otra parte, también le provoca admiración que la muerte no sea una calavera, ni lleve guadaña y la muerte le contesta:

- Eso no es la muerte, sino los muertos o lo que queda de los vivos. Esos huesos son el dibujo sobre que se labra el cuerpo del hombre; la muerte no la conocéis, y sois vosotros mismos vuestra muerte, tiene la cara de cada uno de vosotros mismos y todos sois muertes de vosotros mismos; la calavera es el muerto y la cara es la muerte y lo que llamáis morir es acabar de morir y lo que llamáis nacer es empezar a morir y lo que llamáis vivir es morir viviendo, y los huesos es lo que de vosotros deja la muerte y lo que le sobra a la sepultura. (pág. 328)

La muerte va rodeada de entrometidos y habladores pues estos causan más muertes que los médicos, boticarios y etc. El número de tipos satirizado disminuye con relación a los sueños anteriores, pues esta última obra esta más centrada en los vicios en general como: la Envidia, la Discordia, la Ingratitud y la lucha entre el Mundo, Carne, Diablo y Dinero, todos personificados.
Cabe destacar que hay una categoría especial de muertos, personajes ficticios o ya olvidados en su contexto que pueblan el refranero o los dichos populares, que amenizan un poco el tono pesimista de la obra. Pues, la sátira de costumbres deja paso a la dramatización, pues el diálogo entre los tipos y el poeta, las diferentes intervenciones se parecen a un entremés. En este último sueño la sátira también está dirigida al costumbre de hablar con dichos y refranes, de ahí que aparezcan varios tipos como recurrentes: Rey Perico, Villadiego, Maricastaña, entre otros muchos. Estos tipos se quejan de les citen una y otra vez por cosas que, o bien ocurrieron hace mucho tiempo, o bien no son verdad.

Con esto Quevedo satiriza el lenguaje hueco, que se refugia en lugares comunes. Pero también sirve de pretexto par introducir a personajes que no son meros tipos de chistes o muletillas. Es el caso del Marqués de Villena que no aparece protestando como víctima de una frase hecha, sino como una auténtica personalidad histórica, aunque envuelta en leyendas. El marqués de Villena, que no es marqués sino por invención de los ignorantes, establece un diálogo con el poeta y esto propicia la ocasión para mostrar el panorama político y económico de Europa, sobretodo el de España. Los dos tratan de las perspectivas de guerra y paz, el auge de las ciudades marítimas italianas, las prácticas profesionales de los letrados, el poder de Venecia y el sistema de validos en los reinos europeos. Esta profundización en los temas políticos no se había dado en los otros sueños.

Para finalizar, nos gustaría comentar que Los sueños ofrecen una especie de retrato caricaturizado de la sociedad de la época. Esta caricatura está construida con elementos de diversas tradiciones literarias que van desde la literatura clásica hasta la picaresca. Por otro lado, la sátira a los vicios y engaños de los diferentes sectores sociales y al poder de Don Dinero, infelizmente hoy en día sigue teniendo vigencia. Pues, este tema parece ser de carácter universal y tener interminable vigencia.




QUEVEDO, Francisco de V. Los sueños, Madrid, Cátedra.









[1] En el Buscón Quevedo ya había satirizado la utilización de los rosarios de tamaño ostensivo como símbolo de fe, con la expresión "perlas frisonas".


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